Trastornos inmunológicos tempranos provocados por la obesidad infantil

 

Traducción al español dentro del proyecto PerMondo para la traducción gratuita de páginas web y documentos para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Agit. Traductora: Nerea Aguilera Garcia; Revisora: Daniela Valera Ramírez

Autor(es):

Professor Donal O’Shea Donal O’ Shea
Departamento de Endocrinología y Diabetes Mellitus
Hospital Universitario de St. Vincent

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Introducción

La obesidad infantil está aumentando en proporciones epidémicas y es un problema masivo de salud pública (1). La obesidad se asocia con la inflamación crónica y la alteración de las respuestas inmunes. Se ha especulado que esta inflamación crónica estéril de bajo grado o «fría» favorece el desarrollo de comórbidos relacionados con la obesidad, incluyendo la resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2 y enfermedades cardiovasculares (2). La obesidad también se asocia con un mayor riesgo de trastornos autoinmunes (3) y cáncer (4), aunque la causa aún no se ha determinado. El desarrollo del sistema inmune es un proceso continuo durante toda la infancia, con múltiples etapas de maduración necesarias para establecer respuestas inmunitarias apropiadas. La investigación que determina el ambiente inflamatorio y la función inmune en la obesidad infantil es esencial para determinar los primeros vínculos mecánicos entre la obesidad y el desarrollo de complicaciones, a fin de prevenirlos, detectarlos en su etapa inicial e intervenir. En este capítulo se describirá una revisión enfocadaen los trastornos inmunológicos y el trabajo de investigación relacionado con la obesidad infantil

Comorbilidades de la obesidad infantil mediadasa travésde la inflamación y la desregulación inmune

Hay muchascomorbilidades asociadas a la obesidad infantil. El aumento de la incidencia de enfermedades metabólicas, autoinmunes e inflamatorias en los jóvenes obesos indica cuán temprano pueden ocurrir los efectos adversos de la obesidad sobre la regulación inmunitaria.

Condiciones metabólicas como la resistencia a la insulina (RI) y la diabetes mellitus tipo 2 están aumentando de manera constante en la obesidad infantil (5), y el síndrome metabólico se ha desarrollado en hasta un 50 % de los niños obesos en los Estados Unidos. Los macrófagos se han propuesto como la población inmune primaria en el desarrollo de RI. Los macrófagos del tejido adiposo (MTA) cambian a un estado pro-inflamatorio (M1) en la obesidad y, posteriormente, secretan citoquinas pro-inflamatorias en cantidades excesivas, que perpetúan el hiperinsulinismo (7). El riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 1 autoinmune también aumenta en los niños obesos o que tienen un índice de masa corporal más elevado (8), aunque el mecanismo detrás de esto aún no se ha descifrado por completo.

La enfermedad hepática grasa no alcohólica en niños es cada vez más frecuente como resultado de esta epidemia de obesidad. Hay informes sobre la tasa de prevalencia de EHNA en hasta el 50 – 70 % de los niños obesos (9), con variaciones en sus síntomas similares a las de los adultos, desde hígado graso hasta esteatohepatitis con riesgo de desarrollar fibrosis y complicaciones (10). La sobreexpresión de citoquinas pro-inflamatorias y las células inmunes innatas activadas son centrales en el desarrollo de EHNA. Las células NK naturales activadas y las células de Kupffer (macrófagos específicos del hígado) se infiltran en el tejido hepático (11, 12) y dan como resultado niveles elevados de citoquinas proinflamatorias, tales como TNF e Interferón, que son secretadas (13). Estos hallazgos se han revelado en multitud de niños, en los que la severidad de la enfermedad de EHNA se correlacionó con la infiltración de células T del tejido hepático (14).

El asma es una de las condiciones crónicas más comunes de la infancia, y los niños obesos tienen más probabilidades de desarrollarla y manifestar vertientes más graves que requieren un mayor uso de los servicios de salud (15). El asma relacionada con la obesidad parece ser una entidad distinta con respecto al asma clásica infantil (16), que es de naturaleza atópica y tiene relación con el fenotipo Th2, con la secreción de citocinas IL-4, IL-4 e IL-13 y la promoción de respuestas de eosinofilia e IgE (16). El asma relacionada con la obesidad infantil se caracteriza por una polarización Th1, un mecanismo predominantemente pro-inflamatorio que puede causar respuestas autoinmunes (17). En el asma relacionada con la obesidad parece haber una escasez de inflamación local de las vías respiratorias, ya que el proceso patológico está provocado por la inflamación sistémica (18). Los estudios con modelos murinos demuestran que parte de la relación inmunológica entre la obesidad y el asma puede ser la activación del inflamasoma y la producción de citocinas IL-17 a partir de células inmunes innatas en el pulmón (19). La investigación hasta la fecha apunta al asma relacionado con la obesidad como parte de la inflamación sistémica y la desregulación inmune que caracteriza al estado obeso.

La obesidad es un estado inmunosupresor. Aumentan las evidencias de que la obesidad puede afectar la respuesta inmune a las vacunas, con respuestas reducidas a la vacuna contra la hepatitis B reportadas en adultos obesos (20, 21) y a la vacuna contra el tétanos en niños obesos (22). Durante la pandemia de gripe H1N1 en 2009, se hizo evidente que la obesidad era un factor de riesgo independiente significativo para la morbilidad y la mortalidad a causa de la gripe (23). Se han demostrado respuestas inmunes de células dendríticas sub-óptimas y células T CD8 + a la gripe en la obesidad. La vacunación contra la gripe en niños y adultos obesos demostró una respuesta equívoca de anticuerpos en comparación con sus homólogos no obesos (25), pero a los doce meses disminuyó significativamente en individuos obesos (26). Los programas mundiales de vacunación infantil han sido uno de los instrumentos más eficaces para erradicar la morbilidad y mortalidad de las enfermedades transmisibles, pero la obesidad infantil puede llegar a ser una amenaza significativa para el efecto protector de las vacunas en el futuro.

La esclerosis múltiple es un trastorno desmielinizante del sistema nervioso central y la causa más común de discapacidad neurológica no traumática en adultos jóvenes y de mediana edad (27). Las relaciones entre la obesidad en la primera infancia y el riesgo de desarrollar EM han sido reportadas en estudios (28-31). La esclerosis múltiple, previamente reportada como rara en niños, es cada vez más reconocida entre los profesionales de pediatría (32), con un riesgo particularmente alto en las adolescentes obesas. Un mecanismo propuesto para el aumento de la prevalencia de este trastorno de la rehabilitación en la obesidad es el estado inflamatorio crónico asociado, así como la propensión a la polarización Th1 y el desarrollo de células CD4 + autorreactivas (29).

La obesidad está ahora reconocida como un factor de riesgo significativo en el riesgo de desarrollar una neoplasia maligna (4). El 20 % de los casos de cáncer en adultos se imputan al sobrepeso u obesidad (4). En poblaciones adultas obesas, se describen incidencias superiores de múltiples tipos de cáncer, incluyendo cáncer de mama, esofágico, pancreático, ovárico, de células renales posmenopáusicas, y variantes de cáncer endometrial y hemopoyético tales como leucemia y linfoma (33). Los niños no tienen una alta incidencia de cáncer en general, pero hay evidencias de que ser obeso en la niñez aumenta el riesgo futuro. En niños obesos, se han reportado peores resultados de supervivencia en cánceres hematológicos como la leucemia mieloblástica aguda linfoblástica y aguda (34-36). Un mayor tamaño corporal en la infancia y la adolescencia se asocia con un mayor riesgo de linfoma no-Hodgkin en etapas vitales más avanzadas (37). Aún se sigue investigando para tratar de determinar el mecanismo exacto por el cual la obesidad aumenta el riesgo de cáncer. Los estudios en la infancia son particularmente importantes, ya que podrían dilucidar el vínculo mecánico antes de la aparición de otras comorbilidades.

 

Inflamación en casos de obesidad infantil

La inflamación es un proceso fisiológico fundamental por el cual los tejidos del cuerpo responden a la irritación, la infección u otra lesión. Puede ser aguda, como un trauma o lesión localizado, o crónica, como sucede en la obesidad o trastornos autoinmunes. En 1993, Hotamsigil y sus colegas describieron por primera vez la relación entre la expresión del tejido adiposo de TNF y la resistencia a la insulina en un modelo murino (38); desde entonces, múltiples estudios sobre la obesidad en adultos han reafirmado que los cambios inflamatorios crónicos ocurren en la obesidad, y que la sobreexpresión de estos mediadores proinflamatorios desempeña un papel fundamental en el desarrollo de comorbilidades metabólicas (2, 39). Los macrófagos del tejido adiposo juegan un papel indiscutible en la resistencia a la insulina inducida por la obesidad, y son los principales contribuyentes a la inflamación del tejido adiposo. En sujetos sanos, los macrófagos tienen un fenotipo M2 regulador, produciendo citocinas antiinflamatorias, incluyendo la citocina arquetípica reguladora – IL-10. En la obesidad, hay una mayor infiltración de macrófagos en el tejido adiposo y las células se polarizan al fenotipo inflamatorio M1, produciendo citocinaspro-inflamatorias, incluyendo IL-1b (7). La mayor parte de la caracterización del ambiente inflamatorio en la obesidad se ha llevado a cabo en adultos; analizaremos los estudios realizados en grupos infantiles.

El primer estudiosobre la inflamación relacionada con la obesidad en niños fue de Cook et al en 2000. Ellos estudiaron a 699 niños de 10 a 11 años y reportaron que los niveles de PCR eran un 270 % más altos en aquellos en el quinto superior del índice ponderal, en comparación con los de la quinta parte inferior (40). Estos hallazgos se replicaron en 3512 niños de 8 a 16 años de la encuesta NHANES III, que informó que los niños y niñas con sobrepeso tenían entre 3,74 y 3,17 veces más probabilidades de tener una PCR más alta en comparación con sus homólogos de peso normal (41). Varios estudios confirman que los niveles elevados de PCR están presentes en cohortes infantiles obesas (42-44), incluso en niños de tan sólo tres años de edad (45). Esta asociación, además, se reproduce entre los grupos étnicos: los niños obesos no caucásicos tienen una propensión hacia niveles más altos de PCR, en particular los grupos de Asia sudoriental, hispanoamericanos y nativos canadienses. Múltiples estudios prospectivos en adultos han demostrado que la PCR es predictiva de la enfermedad cardiovascular futura, independientemente de la obesidad, por lo que la PCR se ha propuesto como un marcador útil para el diagnóstico precoz del síndrome metabólico y del riesgo cardiovascular en niños obesos

El tejido adiposo humano expresa citoquinas pro-inflamatorias tales como la interleucina-6 y TNF-a, induciendo potencialmente una inflamación sistémica de bajo grado en individuos con exceso de grasa corporal (2). Los estudios que examinan la producción de IL-6 en poblaciones obesas en comparación con las no obesas exponen diferentes resultados. Los estudios de Utsalet al (44) y Nagelet al (47) describieron niveles elevados de IL-6 en cohortes obesas, mientras que otros estudios no informaron de ninguna diferencia (48, 49). De manera similar, los informes publicados sobre TNF en cohortes infantiles obesas presentan variabilidad (41, 50). Hay informes de otros nuevos mediadores inflamatorios circulantes que se elevan en niños obesos, incluyendo la proteína quimio-atrayente y chemerin, además de IL-18, EGF y TNF-R2 (51, 52). IL-1b es una citoquina liberada de los macrófagos en respuesta a la activación por grandes complejos multiprotéicos denominados «inflamasomas». Desempeña un papel clave en la toxicidad de las células pancreáticas, la progresión de la inflamación y la inducción de resistencia a la insulina y, por lo tanto, se considera altamente patógena en la enfermedad metabólica relacionada con la obesidad (18). El antagonismo de la IL-1b se está considerando actualmente como una posible estrategia terapéutica para la DM2 (19). Se han descrito niveles elevados de IL-1b tanto en el suero (44) como en la estimulación de células mononucleares de sangre periférica (50) en niños obesos. La detección de estas citoquinas inflamatorias en los niños obesos es preocupante en cuanto a la trayectoria futura del aumento del riesgo cardiovascular y la manifestación de trastornos autoinmunes en estos niños.

La proteína quimioatrayente de monocitos 1 (MCP-1) es una quimioquina clave en la regulación de la migración y la infiltración de macrófagos y monocitos (53). Su interacción con las células monocíticas contribuye al estado proinflamatorio asociado con la obesidad, y se ha reportado su presencia a niveles elevados en cohortes infantiles obesas (51, 54). A medida que los macrófagos se convierten en pro-inflamatorios, la escisión del receptor haptoglobina-hemoglobina CD163 se sobrerregula y se puede medir como CD163 soluble (sCD163). El SCD163 está fuertemente asociado con la resistencia a la insulina y los estudios lo correlacionan con el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2 en adultos grandes (55). Hemos reportado niveles elevados de CD163 en una cohorte de niños obesos, lo que refleja una mayor activación de los macrófagos con polarización hacia un fenotipo proinflamatorio (50). La elevación de estos marcadores demuestra que un sesgo pro-inflamatorio de las células inmunitarias primarias ya se produce tempranamente en la obesidad, y esto a su vez se suma al entorno proinflamatorio relacionado con comorbilidades que sustenta la obesidad.

La adiponectina es una adipocinaantiaterogénicasensibilizante a la insulina con propiedades anti-inflamatorias. Los niveles de esta se reducen en niños obesos de tan sólo 6 años de edad (43). La pubertad tiene un efecto significativo en los niveles de adiponectina y en la disminución de los niveles observados con la maduración sexual, con niveles más altos observados en las niñas con respecto a los niños. Un estudio realizado por Manggeet al encontró una fuerte correlación entre el aumento del espesor de los medios íntimos y la reducción de los niveles de adiponectina en los niños obesos en comparación con los controles magros (56), elucidando la importancia de los mediadores inflamatorios en el desarrollo del riesgo cardiovascular.

 

Alteración de las células inmunes en la obesidad infantil

Los monocitos son una población de células inmunes innatas vitales, que pueden clasificarse en subconjuntos basados en su expresión de CD14 como marcador de activación (57). El aumento de la concentración de monocitos y la presencia del estado activado están asociados con la hiperglucemia y aterosclerosis en adultos obesos (58). Los estudios en niños obesos demuestran tanto una mayor concentración de monocitos CD14 ++ (54) como un fenotipo activado de los subgrupos de monocitos CD14 ++ (51). Los monocitos clásicos juegan un papel destacado en la enfermedad asociada a la obesidad debido a su expresión de los receptores MCP-1, CCR2. La expresión de este receptor conduce a su reclutamiento en tejido adiposo y vascular por MCP-1. Dentro del tejido adiposo, los monocitos se diferencian adicionalmente en macrófagos productores de inflamación (59). Esto contribuye a la inflamación sistémica y la progresión de la enfermedad relacionada con la obesidad.

Las células naturales invariantes T «asesinas» (iNKT) son un subtipo raro de células T innatas que puentean la inmunidad innata y adaptativa y pueden actuar como un enlace entre los sistemas inmunológico y metabólico (60). Los estudios en humanos murinos y adultos han demostrado que las células iNKT están altamente enriquecidas en el tejido adiposo, pero a medida que el tejido adiposo se expande en la obesidad, las células iNKT se agotan (61). Trabajos recientes en un modelo murino demostraron que los ratones que carecían de células iNKT habían aumentado su peso, la resistencia a la insulina y la polarización de macrófagos M1 en una dieta rica en grasas. La transferencia adoptiva de las células iNKT llevó a la disminución de la grasa corporal y la sensibilidad a la insulina, aparejada a una disminución de la frecuencia de los macrófagos M1 (60, 62). Cuantificamos las frecuencias de células iNKT en niños obesos en comparación con los no obesos: los niveles eran significativamente menores en los niños obesos. Hemos demostrado una relación inversa entre el aumento de la polarización de macrófagos M1, mediante el uso de marcador sustituto, sCD163 y la disminución de la frecuencia celular iNKT en los niños obesos (50]. Esto proporciona pruebas adicionales de que la desregulación inmune que contribuye a la alteración metabólica ya está en progreso en la infancia.

El mecanismo exacto por el cual la obesidad aumenta el riesgo de cáncer sigue bajo estudio actualmente. Las células circulantes del sistema inmune innato y adaptativo juegan un papel crítico en la vigilancia de tumores. Las células T CD8 + citotóxicas se consideran las células efectoras más fuertes del sistema inmune adaptativo y juegan un papel integral a través de la producción de citoquinas, la transactivación y la lisis tumoral (63, 64). Las células asesinas naturales (NK) son células efectoras innatas que pueden inducir la muerte de células tumorales, ejercitando su potente capacidad citotóxica sin inmunización previa (63, 65). Se han descrito previamente células T CD8 + y poblaciones de células NK reducidas en adultos obesos (66, 67). Un estudio prospectivo ha demostrado una relación entre la citotoxicidad natural de las células mononucleares de la sangre periférica y el riesgo de cáncer, mostrando que aquellos con menor actividad citotóxica tenían el mayor riesgo de cáncer (68). Los principales mecanismos antitumorales en la obesidad infantil aún no se han dilucidado completamente, pero dado que existen importantes cambios en las células inmunitarias en esta etapa temprana, serán necesarias nuevas investigaciones.

Hay limitados datos histológicos sobre la infiltración celular de tejido adiposo en niños obesos debido a la dificultad en la obtención de muestras de tejido. Un estudio realizado por Sbarbati et al, que examina los depósitos adiposos de 19 niños obesos, muestra evidencia de lesiones elementales (69). Estas lesiones son de naturaleza microgranulomatosa, y consisten en macrófagos y, en menor grado, linfocitos y granulocitos. Estas lesiones son probablemente resultado de la fragilidad del adipocito, con la degeneración del mismo que conduce al reclutamiento de los macrófagos y fibrosis. Este estudio proporciona una idea de que los cambios inflamatorios que caracterizan la obesidad relacionada con la enfermedad se precipitan con la infiltración de tejido adiposo desde la etapa temprana de la obesidad.

 

Conclusión

La infancia es un momento clave para el desarrollo del sistema inmunológico, y la obesidad infantil se ha convertido en un importante problema de salud pública. Desde una perspectiva clínica, hemos visto un aumento en los trastornos inmunes en su origen, incluyendo el asma, la diabetes mellitus y la esclerosis múltiple. Los estudios que examinan el perfil inmunitario en niños obesos, aunque están limitados en número, demuestran una importante desregulación inmune desde una etapa temprana de la obesidad.

 

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